Estaba ella sin consuelo, lloraba ya sin más poder contenerse. Y es que tanto dolor parecía irremediable. Aquella habitación sombría se hallaba, no había luz, ni un sólo destello la opacaba. ¿Qué le han hecho? ¿Qué ha ocurrido? No había respuesta alguna, más prontamente se da explicación a la interrogante. Algo caía a pedazos y ese algo le hacía daño. ¡Era su corazón! Este ya más no pudo de tanto sufrir y poco a poco se fragmentó. Caían poco a poco, caía pieza por pieza, como si este fuese un simple y común rompecabezas. Tanto había costado descubrir aquel enigma, lograr mantenerlo estable, sin ninguna herida, más sin que esto le importase, alguien volvió a destrozarlo sin una gota de piedad ni culpabilidad. Ella, sobrellevaba aquel dolor, tomaba cada pieza de este corazón dañado e intentaba rearmarlo. Lo acariciaba con tanto amor y dolencia, pero mucho más no logró consumar. Cada segundo que pasaba hacía de este dolor algo perpetuo, y poco a poco ya no quedaba nada de este. Comenzó ella a dormirse y las piezas de este rompecabezas se esfumaban. ¿¡Que ocurría!? De pronto sus ojos se cerraron. El daño fue más fuerte, ella ya no tenía como vivir, sin corazón como había de hacerlo y tanto sufrimiento había acabado con su ímpetu. No había titubeo, sin aviso sus ojos ya no fulguraban, se habían cerrado para jamás volver a ser abiertos y a la sucesión, había desaparecido su corazón. Cada parte fue consumida por el dolor. Todo es indudable, ya no pudo más. Su corazón dejó de latir. Ella dejó de existir.
Daniela Valencia R.
A MIS 30
Hace 3 años
1 comentario:
Hola danumón, gracias por tu comentario. Bien, otra más con blog, me gusta de esto de que escrir y de que escriban. Yap
Chao, un beso, tkm
Publicar un comentario